Cenix Callejero
¿Y si después de todo descubrimos
que no somos las nietas de todas las brujas
que nunca pudieron quemar?
¿Y si descubrimos que somos, por ejemplo,
las nietas de los obispos
que firmaron sentencia,
las nietas del verdugo que encendía la mecha?
¿Y si descubriéramos, aceptáramos que somos
ambas genealogías a la vez?
Que podemos ser la más temida de las magias,
que podemos ejecutar el más terrible de los crímenes.
Que podemos elegir qué legado abrazamos,
qué herencia abortamos,
qué memoria escribimos
y qué historias sangramos.
Que podemos,
al menos,
decidir nuestro impacto
en el trascurso
de la historia
presente.
¿Y si aprendemos a sanar desde ahí?
¿Y si eligiéramos arder
una y diez mil veces más
de nuevo?
En esta entrada os hacemos tres recomendaciones. Os compartimos en primer lugar un poema de la escritora andaluza residente en Ecuador, Cénix Callejo, que hemos extraído de el blog de Enma Gunst, y ésta es nuestra segunda recomendación.
La creadora de este blog se llama Miriam Tessore y hace la recopilación a través de un apasionado trabajo de lectura, curaduría, edición y divulgación, desde diciembre del 2009. El blog fue creciendo hasta convertirse en un sitio de compilación, de antología y de referencia de poemas escritos por mujeres de todo el mundo, mujeres de ahora y también mujeres poetas que tuvieron su reconocimiento hace ya bastante, pero permanecen.
La imagen de cabecera de esta publicación, obtenida también en el mismo blog de Enma Gunst, forma parte de la obra de la artista bordadora Michele Kingdom. Una artista contemporánea que utilizado hilo y aguja, es capaz de realizar, con la técnica del bordado, pequeñas escenas llenas de colores, matices y texturas. De temáticas diversas, mundos imaginarios, mitologías personales, escenarios mágicos, sucesos de ensueño… escenas surrealistas, al fin y al cabo, a medio camino entre la leyenda y la realidad, entre el sueño y la verdad, entre la memoria y el presente.
¡Qué preciosidad de bordado y qué genial el texto! Siempre que leo ese lema siento la fuerza del mensaje y a la vez la incoherencia de que, en mi caso, sé de buena tinta que mi tataratataratararaabuelo (o un tatara de más o de menos) era inquisidor. Y que en el fondo era un poco falso reconocerme como nieta de bruja, porque no parece que lo sea en absoluto. Ahora ya está más integrado todo. Jeje.
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Qué imagen bonita, me evoca dejar atrás aquellas antiguas creencias y viejos dolores. Evoca la caída de nuestras máscaras, afinando nuestra piel.
Cuando identificamos y aceptamos de dónde venimos, quiénes y como llegamos dónde estamos, nos daremos la oportunidad de aceptar quiénes somos.
Nos recuerda lo fundamental de ser responsables, asumirnos y aceptarnos . A partir de aquí, podremos comenzar el camino que Joan llevará a afinar la máscara que nos aleja del mundo y de los otros.
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Que guay!
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Un poema precioso!
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