“Caliban y la bruja: mujeres, cuerpos y acumulación originaria“, de Silvia Federici, es un libro y una autora imprescindibles. Feminista e historiadora, en sus escritos concluye que el trabajo reproductivo y de cuidados que hacen gratis las mujeres es la base sobre la que se sostiene el capitalismo. En “Calibán y la bruja” fija su punto de mira en la violenta transición del feudalismo al capitalismo, donde se forjó a fuego la división sexual del trabajo y donde las cenizas de las hogueras cubrieron de ignorancia y falsedades un capítulo esencial de la Historia (Garrido Courel, 2013) . En este libro hace figura el papel de la caza de brujas como mecanismo de sometimiento de las mujeres en ese período. Además, lo relaciona con la explotación a la que por entonces fueron sometidas las poblaciones indígenas americanas y las esclavas negras, trasladadas a la fuerza desde África. Todas fueron infantilizadas y domesticadas, se devaluó el trabajo de todas ellas.
Federici muestra el rol de las redes femeninas en el Medioevo, su modo de compartir su saber y de ponerlo al servicio unas de otras, lo que está en la base de la revolución que se estaba gestando frente al feudalismo. La respuesta patriarcal consistió en un cuestionamiento general de las mujeres, desencadenando la caza de brujas. Algunos de sus resultados fueron: la ruptura de lazos comunitarios reflejada en la ocupación privada de tierras comunales, la exclusión de las mujeres de los gremios, la potenciación de una fuerte misoginia, la consecuente feminización de la pobreza y la expropiación de los saberes médicos y obstétricos. Ésto se dio igualmente en los procesos de colonización y exclavización, sentando las bases de la contrarevolución que el capitalismo supuso a la revolución que las redes de mujeres suposieron al final de la época feudal.
Tras enfatizar el encumbramiento de la Razón frente al cuerpo y en lo necesario de disciplinar el cuerpo para que produzca, la obra aborda otros fenómenos tales como: la relación entre contracepción, brujería y aborto desde una bula papal en el 1484; conferir a las brujas el poder de volver impotentes a los hombres y Atribuir a las mujeres la capacidad de “contaminarlos”; mostrar el poder que daba su control de la reproducción y su capacidad de curar, y evidenciar la manera en que las “brujas” desafiaban la estructura del poder al oponerse a las relaciones capitalistas de producción.
En ese contexto, Federici nos conduce al resultado de cruciales variables: comienza la represión sexual (selectiva) de las mujeres y la invalidación de la sexualidad no procreativa; se empieza a representar al diablo como un hombre negro y se asocia negritud a feminidad, bestialidad e irracionalidad, con lo que se excluye a mujeres y no blancos del contrato implícito en el salario. De esta forma se da una deshumanización para justificar el sometimiento y el genocidio.
Calibán y la bruja nos muestra una época en la que las mujeres conservaban un área de saber ajena a los hombres, podían practicar la solidaridad entre sí fuera de su mirada y ostentaban en exclusiva el saber sobre la reproducción y la interrupción del embarazo. Asimismo, la obra ilustra sobre los orígenes de la racialización y la génesis del proceso que culminó con el varón blanco heterosexual en lo más alto de la escala, abordando así la gestación de las interseccionalidades, mostrando su imbricación originaria.
Las y los terapeutas encontrarán por tanto en esta obra variados elementos que desvelan la génesis de múltiples introyectos, tanto sobre la inferioridad como de la superioridad de las distintas categorías que nos atreviesan.